Aconsejan evitar la sal durante los días fríos

Por razones culturales, la sal siempre está presente en la mesa a la hora de comer. Muchas personas agregan sal a los alimentos que van a ingerir. Esta práctica en realidad es un reflejo automático que bien puede evitarse.

Hay alimentos que por sí mismos presentan un alto contenido de cloruro de sodio (sal de mesa). Tal es el caso de las conservas, los fiambres, los quesos duros, los productos congelados e incluso los postres muy elaborados, las tortas industrializadas, las facturas y el pan. La sal participa hasta en un 80% de la carga de enfermedad en los casos de presión arterial elevada. Ésta, además, constituye un factor de riesgo coronario y llega a padecerla el 25% de la población adulta. En líneas generales se recomienda a los pacientes hipertensos una reducción drástica del volumen de sal ingerido en su dieta.

Con el frío, el organismo no produce tanto sudor y retiene sal, por eso es recomendable disminuir su ingesta en periodos de bajas temperaturas. Hay que tener en cuenta y reflexionar: en la dieta “normal”, sumando la sal “escondida” en los alimentos elaborados, la añadida en la cocina y la servida en la mesa, el consumo promedio se eleva por encima de 12 grs. diarios, el triple de la cantidad recomendada por la Organización Mundial de la Salud.

El hábito de ingerir comida salada es totalmente regulable a través del aprendizaje desde la niñez. Incluso los adultos puede aprender a bajar el contenido de sal que consumen o a suprimir el agregado en la mesa. Las pautas de alimentación que se aprenden en la niñez, en general acompañan a la persona a lo largo de la vida. El aprendizaje de hábitos saludables mejora sensiblemente la salud y la calidad de vida.

Una manera de condimentar y suplantar la sal de mesa consiste en agregar condimentos como el orégano, el ajo u otras especias aromáticas que, al no producir retención hídrica en el organismo, no afectan la salud cardiovascular. Hay sales modificadas con cloruro de potasio que no causan tanto perjuicio a la salud y logran sabores agradables al paladar. Otras variantes tienen un 33% menos de sodio.

Una dieta baja en sodio debe estar indicada, adaptada y controlada por el especialista. Las recomendaciones generales son: rebajar el consumo de sal a menos de 6 grs. diarios, evitar alimentos enlatados y precocinados (embutidos), y no añadir sal a las comidas.

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