Otro subterráneo que no se libra de leyendas, es el metro de Barcelona. Son también varias las que nos podemos encontrar.
Y la primera, como no, es otra estación fantasma. En este caso, nos vamos a la línea 5, pasada la Sagrada Familia, existe esa estación fantasma, cuyo nombre es Gaudí. Se dice exactamente que lo comentado con la estación de Chamberí. Aunque la estación de Gaudí, aún permanece cerrada…evidentemente, aquí vuelve a tener un gran peso la oscuridad, y nuestra propia imaginación.
Es en el metro de Barcelona, donde también nos encontramos con la leyenda de los fantasmas metrosurfistas. Por lo visto,a principios de los 80, nació una práctica nueva en el metro catalán, consistente en subirse al techo de los vagones y disfrutar del subidón de tan peligroso viaje. Como es obvio,enseguida empezaron a ocurrir terribles sucesos, como electrocutamientos que dejaron reducidos a cenizas a tan temerarios viajeros. Pero lejos de ser algo sin cierta veracidad, existen pasajeros y el propio personal del Metro, que dice haber visto sombras oscuras antropomorfas en lo alto de los vagones que hacían su entrada en vía 2 en la estación de Plaza Catalunya (L1). En ese lugar habían fallecido dos personas hace tiempo. También decir, que en la Plaza de Catalunya ocurre otro suceso. Cuando el metropolitano entra en la estación algunos fines de semana parece traer sombras nebulosas en sus techos que desaparecen justo al entrar en la estación…¿fallos con la iluminación?¿o nos encontramos ante los fantasmas metrosurfistas?
Lo único que parece ser cierto en esta leyenda, es la propia existencia de los llamados metrosurfistas, pero al parecer no viajaban encima del vagón, sino que viajaban enganchados detrás del último vagón.
En la estación de Rocafort (L1) nos encontramos otra historia. Según cuenta la leyenda,siempre es la última en las peticiones de servicio de los Jefes de Estación. Es decir, nadie desea ir a trabajar por allí, y esto es especialmente acusado en el último turno. El temor (fundado, o no) es debido a una serie inexplicable de suicidios en un corto período de tiempo…cuatro personas perdieron la vida en los raíles… en un mes.
Pero aún hay más en esta historia. Diversos Jefes de Estación, que no se conocían entre sí, dieron parte de haber presenciado por los monitores de TV personas paseando por los andenes de la estación, de una forma errática y aparentemente despreocupada, aunque…el último tren había pasado hacía tiempo y la estación estaba cerrada al público. En ningún caso se descubrió a nadie en los andenes. En otra ocasión un pasajero se acercó al Jefe de Estación y le preguntó con un extraño tono de voz cuándo iba a ser inaugurada la línea 2… Había sido inaugurada 7 años antes…
También en Barcelona tenemos leyendas sobre reptiles. A finales de los 80, varios cuerpos policiales y de salud pública recogieron varios cadáveres de serpientes atropelladas junto a las cloacas. Por lo menos se conocen tres casos.¿Mascotas perdidas?¿habían salido de los subterráneos en busca de luz y alimento?esta es la única teoría que podría explicar sus grandes dimensiones, sobrepasando el metro.
Una leyenda a nivel mundial, vamos que dicen se da en todos los metros, es la conocida como la muerta.
Una mujer sube a un vagón a una hora avanzada de la noche. El mismo sólo lo ocupan tres personas, dos hombres y una mujer, una sentada al lado de otra, en un banco central del vagón. La mujer no tiene nada que temer pues el aspecto de estas personas es absolutamente normal. Se sienta enfrente de ellos. Cuando se dispone a leer, observa que la mujer, sentada en medio de los dos hombres, la mira fijamente pero sin verla. La mujer continúa su lectura sin dar mayor importancia aunque a lo largo del viaje constata que la otra mujer la mira fijamente. Varias paradas después, sube un hombre con traje y se sienta al lado de la lectora.
Transcurridos unos segundos, el tren se dirige a la siguiente estación. El hombre susurra a la mujer que está leyendo: “Si usted sabe lo que le conviene se bajará en la siguiente estación conmigo”. La mujer queda aterrorizada pero una mirada al hombre la tranquiliza. Ambos bajan. Cuando las luces rojas del tren desaparecen por el túnel, el hombre, muy amable, le dice: “Perdóneme, no quería asustarla. Soy médico y esa mujer que estaba enfrente de usted estaba muerta. Los dos hombres la sostenían”.
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